domingo, 16 de octubre de 2011

Oración del Jubileo de Oro del Seminario Diocesano de Torreón Santa María Reina



Padre Bueno, Amigo de la vida, te agradecemos
el don de la vocación. Porque a cada uno no llamas
a descubrir tu amor para vivir como hijos tuyos.

Como Iglesia Diocesana queremos agradecerte
el don de nuestro Seminario de Torreón, 
que celebra su jubileo de Oro.
Con tu Santo Espíritu has ungido sacerdotes
que son presencia tuya en la Iglesia y en cada
comunidad de nuestra Diócesis.

Anima a nuestro seminaristas, para que
en su diaria formación, configuren su corazón
con el de Jesús Buen Pastor.
Que a ejemplo de Santa María Reina,
encarnen tu Palabra en todo su ser,
para que compartan vida y esperanza
en medio de tu Pueblo.

Gracias Padre por la Palabra Creadora que nos
dirige Jesús. Su "Sígueme" nos ha hecho 
discípulos, no abandones la obra de tus manos,
para que tu Iglesia de Torreón sea fiel en la tarea
de construir el Reino.

Amén.




Un especial agradecimiento a los tres obispos que han acompañado el Camino de esta Casa de Formación Sacerdotal: Mons. Fernando Romo (+) -Fundador- (centro), Mons. Luis Morales Reyes (izq.) y, actualmente, Mons. José Guadalupe Galván Galindo.



FORMANDO PASTORES SEGÚN EL CORAZÓN DE CRISTO CON MARÍA

viernes, 12 de agosto de 2011

Oración a Jesucristo, Sumo Sacerdote, por los sacerdotes 

 






¡Oh Jesús, Pontífice Eterno!, Tú, que en un impulso de incomparable amor a los hombres, tus hermanos, hiciste brotar de tu Sagrado Corazón el sacerdocio cristiano, dígnate continuar derramando sobre tus ministros los torrentes vivificantes del Amor Infinito.

Vive en tus Sacerdotes, transfórmalos en Ti, hazlos por tu gracia, instrumentos de tu misericordia. Obra en ellos y por ellos y que, después de haberse revestido totalmente de Ti, por la fiel imitación de tus adorables virtudes, cumplan en tu nombre y por el poder de tu Espíritu, las obras que Tú mismo realizaste para la salvación del mundo.

Divino Redentor de las almas, ved qué grande es la multitud de los que aún duermen en las tinieblas del error, cuenta el número de las ovejas descarriadas que caminan entre precipicios, considera la turba de pobres, hambrientos, ignorantes y débiles que gimen en el abandono.

Vuelve Señor a nosotros, por tus sacerdotes, revive verdaderamente en ellos, obra por ellos y pasa de nuevo por el mundo, enseñando, perdonando, consolando, sacrificando y renovando los lazos sagrados del amor, entre el Corazón de Dios y el corazón del hombre.

Amén.




Oh Jesús, Buen Pastor, dános Sacerdotes según tu Corazón


 

EL SACERDOTE: TESTIGO DE CRISTO

lunes, 8 de agosto de 2011

Oración a Santa María, Madre de los Sacerdotes



Santa María, Madre de los Sacerdotes
Santa María, llena de gracia,
Madre del Redentor, luz del mundo.
Madre de todos nosotros,
y de los que no conocen la Verdad.

Salve, Madre de Cristo Sacerdote y víctima
y, en él, Madre de los sacerdotes
y Madre de la misión.

Intercede por ellos, Santa Madre de Dios,
para que a imagen de Jesucristo,
sean fieles a la gracia, al Evangelio y a la predicación.
Que encendidos en amor por las almas,
a ejemplo del Buen Pastor conduzcan
a su pueblo por los caminos
de la oración, de la Eucaristía y del perdón.

Socórrelos en su ministerio,
Virgen bendita, que sean para su pueblo
como la semilla de mostaza, pequeñita, humilde,
pero que da cosecha frondosa de santidad;
como la levadura, fermento de reconciliación y de esperanza.

Ruega por los sacerdotes, Santa Madre de Dios,
para que se dejen conquistar por Cristo,

y sean uno con Él, mensajeros de la esperanza y de la paz.
Amén







El sacerdote, un regalo de Dios para el mundo, expresa de modo muy gráfico el origen del sacerdocio, quién es su artífice, y cuál es su carácter propio. En efecto, sólo a la luz del misterio divino y de su irrevocable designio de salvación para todos los hombres, es posible comprender adecuadamente el sacerdocio católico en su verdad más profunda, ser don de Dios para la humanidad, prolongando en el tiempo el único sacerdocio de Jesucristo. Sólo en el manantial insondable del sacerdocio de Jesucristo, la vida sacerdotal encuentra su originaria hermosura. Por ello, no se comprende de modo adecuado el sacerdocio cuando nos acercamos a él con categorías humanas, con prejuicios u opciones ideológicas previas, porque su verdad más íntima es Dios, hontanar inagotable de nuestro sacerdocio.